jueves, 7 de mayo de 2009

¿Aves de corto vuelo?

Pájaros carpinteros en sus 83 variedades, albatros, avutardas y muchísimas otras especies de aves a lo largo y ancho del planeta, corren peligro de extinción. ¡¿Quién es el culpable?!

Los animales no se autoeliminan ni atentan porque sí contra las otras especies, sino que se mantienen fieles al orden establecido desde la misma creación del mundo. Ellos tienen la sabiduría intrínseca de guardar su especie, el equilibrio ecológico y por ende el planeta. El único que perdió la sabiduría original es el que al comienzo fue puesto líder de todo lo que existe, el tristemente caído y culpable hombre.

La falta de creatividad y la mal usada inteligencia hace que de las bellas aves marinas llamadas albatros queden menos de cien ejemplares de algunas de sus diecisiete especies existentes. Barcos pesqueros sin escrúpulos arrastran tras de sí largas líneas con carnada. Las aves se zambullen para comer y son arrastradas al fondo del mar. Y así como ocurre con esta especie también sucede con tantas otras, víctimas de la necedad humana.

Es muy corriente escuchar que las grandes organizaciones, los gobiernos, las empresas fraudulentas, los amantes del poder y de su propio bolsillo son los culpables de todos estos desmanes. Y no deja de ser cierto; hay muchos intereses creados en todos los lugares del mundo y son muy pocos los que se ocupan desinteresadamente del bienestar de las aves, por ejemplo, o de las especies vegetales, o de otros animales víctimas del tráfico ilegal. La omnipotencia humana, la prepotencia y el amor al dinero, raíz de todos los males, ha hecho a gran parte de los hombres siervos ignorantes de sus deseos egoístas.

Pero también, y gracias a Dios por ellos, existen otros humanos mucho más sensibles, sabios y respetuosos de lo creado. Son hombres y mujeres científicos algunos de ellos, otros directores de organizaciones que se ocupan de proteger las diferentes especies, observadores y amantes de los pájaros, conservacionistas, todos unidos por el mismo espíritu de amor hacia las aves y su medio ambiente.

¿En qué grupo nos encontramos cada uno de nosotros? Muchos podrían decir, y es la mayoría, que ellos no dañan a ningún animal, a ningún pájaro, que no se meten con los árboles ni con las plantas. Pero cuando guardamos silencio ante la injusticia cometida a un inocente, estamos siendo cómplices de lo malo. Si yo veo chicos “jugando” con una honda en el parque cazando palomas y miro para otro lado me estoy haciendo cómplice de ellos. Si tengo encerrado un pájaro en una pequeña jaulita que apenas lo contiene para que me cante todas las mañanas soy igual que los que matan los albatros. Sólo hay dos posiciones frente a la injusticia: la practico o la denuncio.

Dios nos ayude a comprender que los inocentes animales no pueden defenderse a sí mismos, es necesario que los que tenemos voz la levantemos por ellos para decirles a otros humanos: “¡¿Qué estamos haciendo con la creación, qué estamos haciendo con nuestra vida?!”. Cada uno de nosotros podemos ayudar en algo, ya sea diciendo las cosas, ya sea formando parte de algún grupo conservacionista, enseñando a los niños, cuidando los animales que tenemos en casa respetando las necesidades de su especie, no usando productos de ningún tipo que implique en su fabricación el sacrifico innecesario de animales, y todo lo que se nos ocurra. Es por el bien de los animales y por nuestra propia dignidad humana.