lunes, 28 de enero de 2008

Hoteles para perros

Durante todo el año la familia planea las vacaciones. Ir a la montaña, la playa, el campo o la sierra es cuestión de gustos y de ponerse de acuerdo. Elegir hoteles, alquilar cabañas, departamentos, casas... son los ofrecimientos que vienen desde afuera para poder optar. Posibilidades no faltan, y cada uno, en la medida de su presupuesto, optará por lo que más le guste y convenga.

Gracias al marketing por internet, las posibilidades se amplian. Planear un viaje, ya sea de vacaciones o no, se torna cada vez más fácil, dado que las ofertas abundan. Esto, por supuesto, si contamos con el dinero o la tarjeta de crédito disponible para usar y si no somos personas a las que las múltiples opciones las apabullan.


Todo parece estar muy lindo, y la palabra viaje o la palabra vacaciones, nunca tuvo sonido más agradable para nosotros que al ser protagonistas del evento. Pero dirijimos nuestra mirada un poquito hacia abajo... y nuestros ojos se posan en alguien más... ahí está él o ella... Con su carita ingenua y sus ojitos dulces nos mira sonriente como queriendo descifrar qué es lo que está sucediendo. Desde su inocencia parece decirnos : “¿Qué pasa? ¿hay algún problema?...”

Allí comienza la otra parte del viaje, la que no habíamos calculado, obnubilados como estábamos pensando en nuestro proyecto, se nos había escapado del plan el otro miembro de la familia. ¿Qué hacer? No es fácil decidir dónde lo dejamos. Muchos hoteles no admiten perros y si no vamos con auto la situación se complica un poco más, por el traslado.

Algunos optan por los lugares donde albergan perros en forma temporaria. Pero, por favor, pensémoslo bien, asesorémonos si ese lugar es un sitio digno para dejar a nuestro compañero, si va a tener el espacio, la comida y por sobre todas las cosas, la contención que necesita y merece.
Pensemos, en el mejor de los casos, que estos sitios pueden estar instalados bajo todas las normas de higiene, cumpliendo las reglas y con una excelente intención, en este aspecto, de parte de sus dueños. Pero lo que le conviene a nuestro perro lo tenemos que decidir nosotros mismos y no las “buenas leyes sanitarias”.

Analicemos la situación de nuestro animal. El o ella necesita sentirse como en casa. Ya bastante traumática es la separación, que ellos, en su mente canina, piensan que es definitiva; o como su concepto del tiempo es diferente al nuestro, pasan días y noches ansiosos esperándonos. Y la espera es una larga tortura...

No quiero, con esto, extender un manto de oscuridad a la alegría de las vacaciones, sólo pretendo que pensemos en todos los detalles, que miremos la situación desde la posición de nuestro perro, que por algo es integrante de la familia. Sería interesante, ya que no va a contar con nuestra presencia por unos días, que por lo menos quede en casa, donde están los olores conocidos, su espacio personal... y también convendría dejarle algún objeto nuestro, como una media o una remera vieja para que de alguna forma nos tenga con él.

Planifiquemos todo varios meses antes de viajar. Si el perro queda en casa, tenemos que tomarnos el tiempo de encontrar a “esa persona especial” que va a hacerse cargo de él, que lo sacará a pasear, le dará de comer, procurará que nunca le falte agua fresca, y, por sobre todas las cosas, que hará todo lo posible para que ese tiempo sea lo más llevadero para él, dado que es inevitable que nuestro perro nos extrañe. Por todo esto es importante que esta persona ya sea conocida por nuestro perro y aceptada como alguien familiar.

Si hemos agotado todas las posibilidades buscando entre vecinos, amigos, familiares, y esa persona no aparece, tendremos que optar por llevarlo con nosotros o buscarle el lugar apropiado dentro de ésos que hay en plaza. Esto toma tiempo porque, como dije anteriormente, debemos ver todos los detalles de ese lugar, teniendo en cuenta la felicidad y el bienestar de nuestro compañero por sobre todas las cosas.

Primero, elijamos “con sabiduría canina” el lugar apropiado, veamos en qué condiciones están los perros que habitan allí y tratemos de asesorarnos a través de otros, en lo posible que sean de nuestra confianza, que ya hayan vivido la experiencia de dejar a su perro en ese mismo sitio. Husmeemos y olfateemos como sabuesos antes de determinarnos por “el lugar”. Una vez elegido, es aconsejable que, antes de llevarlo, vayamos 2 o 3 veces a visitarlo con el perro, para que se familiarice con los olores y con las personas. Y cerciorémonos una y mil veces de cómo él va a estar allí. Llevémonos el número de teléfono y no dudemos en llamar desde donde estemos para saber cómo andan las cosas.

Y ahora relajémonos y miremos esos hermosos días de descanso que nos esperan. Disfrutemos en familia y repongamos fuerzas. Pero recordemos, por sobre todas las cosas, que a nuestro regreso alguien, moviendo la cola, nos espera ansiosamente. Y con una lamidita de bienvenida nos dirá: “Cómo te extrañé... pero, ¡qué suerte que ya estás acá...!