domingo, 4 de mayo de 2008


¿Perro o mascota?

Para comprender el significado de las palabras que usamos cotidianamente, a veces es necesario recurrir un poquito a la historia que hay detrás de ellos. Por ejemplo, para comprender el vocablo perro, debemos remontarnos a muchos siglos atrás.

Al principio, los perros eran lobos que vivían en manadas. Luego, muchos de ellos, dejando sus grupos, se fueron acercando al hombre. El primer encuentro entre ambos estuvo marcado por la conveniencia: El lobo se aproximó a los campamentos para comer las sobras, y el hombre aceptó al lobo para que lo ayudara en sus tareas. Más adelante, comenzaron a ir juntos a cazar y compartieron momentos muy significativos que los llevó a una mayor profundidad en su relación, pasando luego a convirtirse en un gran compañerismo que se fue impregnando de amor.

Con el correr de los tiempos el lobo se fue transformando en un animal doméstico. Obviamente, fue un larguísimo proceso. La evolución de la especie llevó siglos para dar como resultado al perro como lo conocemos hoy en día.

Algunos dicen que al lobo se lo comenzó a llamar perro como resultado del sonido prrr con que los pastores llamaban a los canes que los ayudaban en el trabajo. Otros la consideran una palabra de origen incierto. Y el vocablo can, proviene del latín canis, de uso poco frecuente en el idioma español.

Hace ya varios años, no sé precisar cuántos, se ha comenzado a usar otra palabra para referirse al perro. Tuvo un tímido comienzo y luego fue instalándose poco poco en la sociedad como una forma de mencionar al perro, pero también al gato y a cualquier otro animal doméstico que podamos imaginar. Esta palabra es mascota.

¿Pero qué significa, en realidad, mascota? Por lo general, se la usa como traducción de la palabra inglesa pet. Veamos el significado de cada una de ellas. Recurriendo al diccionario (que dicho sea de paso, “no muerde” y es bueno que lo usemos frecuentemente), vemos que el significado de pet es favorito, amorcito, mimado. Si buscamos el vocablo mascota, nos encontramos con algo totalmente diferente: mascota proviene del francés mascotte que significa amuleto y éste viene del occitano mascota que quiere decir embrujo, hechizo. Al mismo tiempo, esta palabra deriva de otra de origen germánico o celta, que es masca y significa bruja.

Como podemos observar, existe una enorme distancia entre pet y mascota. Yo, personalmente, me inclino sin dudas por la primera. No puedo imaginar a esas dulces criaturas que son nuestros compañeros como producto del hechizo de una bruja. En cambio el primer vocablo representa realmente lo que por lo general sentimos por ellos, que son nuestros mimados, nuestros amorcitos.

De todos modos, para nosotros, los de habla hispana, no está mal que hablemos en nuestro idioma y llamemos a las cosas, y a los animales, por su nombre. El perro es y será perro. Después vienen, por supuesto la cantidad innumerable de apodos tiernos que ellos nos inspiran.

No es fácil desarraigar costumbres cuando éstas se encuentras enquistadas socialmente y son de uso tan frecuente. Pero no estaría nada mal que tratemos de corregirnos a nosotros mismos en nuestro hablar cotidiano y que se lo enseñáramos a los niños. Tratemos de no nombrar a nuestros animales con esa palabra que no representa en absoluto lo que ellos realmente son para nosotros.

Cuando yo miro a mi perra, o a cualquier otro perro, de un vecino, de un amigo, por la calle, cuando los veo moverse, jugar, comer, dormir, cuando toman agua, cuando se interrelacionan... en fin, cuando hacen su vida de perros, me inunda una gran ternura y, realmente no puedo dejar de pensar que, en contraposición al hechizo, son el producto de un milagro; y en vez de una bruja, detrás de cada uno de ellos veo la presencia etérea y suave de un ángel guardián que los cuida y que les confiere ese don maravilloso del amor que sólo ellos saben expresar, a su manera perruna, por supuesto.