domingo, 23 de diciembre de 2007

Un Cuento del Primer Siglo (1ª Parte)

Había sido un día de intenso trabajo, y llegada la noche, se hacía necesario descansar un poco. Después de todo, eso de andar corriendo por el campo mordisqueando patas y trayendo al grupo a algunas rezagadas que se distraían por ahí mirando quién sabe qué cosa, era una tarea bastante ardua.

¡Qué ganas tenía de acurrucarse tranquilo, calentito, al lado de su amo para dormitar un rato...! Sí, bien dicho, dormitar, porque... -¡¿será posible...?! ya hay una que se está escapando por allá lejos. Si serán porfiadas... No quieren entender que tienen que estar todas juntas. Es peligroso que anden sueltas, sobre todo de noche. Puede venir un lobo con hambre o algún ladrón haciendo de las suyas. Ellas no lo entienden. ¡Ayayay...!, si no estuviera yo aquí... no sé cómo funcionaría esto...

Y muy diligente, Coraje, que así se llamaba el perro, fue corriendo raudamente a traer a la ovejita distraída que se había separado del redil. Corrió y corrió.. y la trajo medio a los empujones hacia donde estaba el resto. Y allí la dejó pastando con las demás... –Bueno, ahora sí, a dormir, que bien merecido lo tengo. Ya comí bien... Así que voy a disfrutar de un buen descanso al lado de mi amo. –Ni bien pegó los ojos, o mejor dicho uno sólo, porque los perros suelen dormir con un ojo cerrado y el otro atento a lo que pueda suceder, se despertó sobresaltado.

-¡¿Qué es esto...?, de pronto se puso de día...! ¡¡Cuánta luz!! ¡¡Qué es esto!!-se preguntó. Y el cielo resplandecía y resplandecía cada vez más, hasta llegar a ponerse todo blanco -¡¡Qué es está luz tan fuerte que me hace cerrar los ojos!!...

–Y, ante su asombro, vió el cielo vestirse de fiesta. Unos hermosos seres blancos, muy grandes y alados se desplazaban suavemente por él y cantaban hermosas melodías... –No se las oí nunca antes a nadie.-pensó.

-Y se quedó embelesado mirando el maravilloso espectáculo. Ya no le molestaba la luz, ahora miraba y miraba deslumbrado mientras jadeaba en un maravilloso éxtasis perruno al que los seres humanos no podemos acceder. Y su abstracción fue tal, que se olvidó del amo, de las ovejas, de los demás pastores que habían acampado junto a ellos... y también de los otros perros compañeros de tareas.

Pasaron unos segundos, o tal vez horas... y, al volver de su ensimismamiento, observó que los hombres dormían, pero que todos los perros estaban mirando el cielo, como él. Y las ovejas... pareciera que de golpe se hubieran vuelto todas, hasta las más adultas, como pequeños corderitos, y retozaban como si recibieran “mimos” de los seres alados.

-Ah... –reflexionó. Entonces ellas también se dieron cuenta de lo que yo estoy viendo... Sólo los animales lo percibimos... Pero...¿y qué les pasa a los hombres que están todos dormidos?- se preguntó extrañado.

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